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A 9 minutos de Bikila. La historia del español que corrió en Roma (1ª Parte)


Miquel Navarro con la Antorcha de Barcelona '92

8’59” después de que la Vía Apia iluminada por antorchas se empezase a recuperar de lo que había pasado sobre sus adoquines, llegaba él. Había hecho realidad el sueño de todo deportista de participar en unos Juegos Olímpicos y ese 10 de setiembre de 1960, había corrido por fin, una maratón olímpica. Pero aquella Maratón, no fue una más para el mundo del atletismo.


Lo que pasó aquella tarde en Roma, ha pasado a la Historia como uno de los logros que quedarán para siempre en el recuerdo colectivo. Que Abebe Bikila consiguiera la primera medalla de oro de un atleta africano, batiendo el récord del mundo de maratón y que lo hiciera con los pies descalzos, es algo que difícilmente se olvidará. Y Miquel Navarro Palos participó de esa carrera histórica.


Hay veces en las que uno puede leer sobre Historia, estudiarla, puede vivirla, y otras, las más complicadas de que ocurran, en las que participa de ella. Cuando estos acontecimientos quedan marcados positivamente en la memoria, uno solamente puede sentirse un privilegiado, de haber formado parte de ella.


Estuvo en Roma desde la inauguración de los Juegos. Allí, siguió entrenando habitualmente, bajo las directrices que le marcaba su entrenador Manuel Cutié. Con él formaban un binomio inseparable. Desde que empezó a correr, no se había despegado de sus consejos, enseñanzas y entrenamientos y, cuando Miquel supo que Cutié no iba a formar parte de la delegación española, amenazó a Juan Antonio Samaranch, de no ir a Roma, si su entrenador no lo acompañaba. Después de conseguir en Túnez, tres meses antes, la marca que lo llevaba a los Juegos, no podían decirle que no.

Miquel Navarro consiguiendo la marca para ir a Roma 1960

Entrenaba diariamente no menos de 21 kilómetros y, aunque hoy reconoce que seguramente llevaba una carga de entrenamiento muy alta, por aquel entonces, estaba más que acostumbrado a hacerlo.


En esos entrenamientos, se juntaban muchos de los atletas que iban a participar de la mítica prueba. El idioma no les permitía relacionarse mucho entre ellos, pero a base de señas, intentaban quedar a una hora concreta para salir a entrenar al día siguiente. La organización les ponía una serie de coches, para que en ellos fuesen los entrenadores y para que, además, pudieran estar protegidos del tráfico de la ciudad.

Antes de salir, el entonces delegado Nacional de Educación Física y Deportes, José Antonio Elola-Olaso, quiso hablar con él y le transmitió que esperaban mucho de su carrera. La delegación española no había conseguido ningún resultado reseñable, y él era el único representante que quedaba por participar. Se acordó de su amigo, compañero y rival, Jaume Guixà, que no pudo acudir a los Juegos, al no haber conseguido la marca mínima que exigían. Así que Miquel se presentó en la línea de salida, con un peso con el que no contaba.


Sabía que no era favorito, que la lucha por las medallas no iba con él y que había muchos pesos pesados en el grupo de 69 corredores, así que se colocó en la mitad del pelotón antes de que se diese la salida. Al darse la señal y ponerse en marcha, aquellas palabras seguían dentro de su cabeza, con lo que no empezó demasiado convencido de sus posibilidades.


Al cabo de un rato, pasó por su izquierda, aquél corredor etíope que corría descalzo. Había empezado atrás del grupo y no contaba como favorito para la carrera. Tanto es así, que Manuel Cutié y el entrenador de Bikila, Onni Niskanen, compartieron coche de apoyo durante los primeros instantes de la carrera.


Aunque en los entrenamientos por Roma, ya lo había visto correr sin zapatillas, no dejaba de sorprenderse al verlo. Mientras lo pasaba, Miquel estuvo pensando que, seguramente, no acabaría la carrera con los pies tan sudados como los suyos o con las uñas rotas, tal y como le sucedía habitualmente a él con sus Pirelli. Pero como pisase una chapa de cerveza al revés, la carrera se le iba a ir al traste.


Mientras Bikila se iba tras el grupo de favoritos, Miquel seguía corriendo bajo la presión psicológica de las palabras de Elola-Olaso reflejada en sus piernas. Detrás, Onni Niskanen bajaba del coche que compartía con Cutié, para subirse a uno, que lo llevase hasta su pupilo.


A mitad de carrera, el hasta entonces recordman de España de maratón y 3 veces campeón nacional, empezó a desprenderse de las cargas mentales y empezó a reaccionar. Había pasado por el kilómetro 20 en el puesto 37, y fue atrapando a los corredores que estaban por delante progresivamente. Sentía cómo sus fuerzas permanecían intactas, mientras veía que las de los de delante, iban a menos. Eso le permitió resurgir.


La noche iba cayendo sobre la ciudad y la belleza del recorrido estaba llegando a su plenitud. El giro a la izquierda en el kilómetro 30, los llevaba a pisar la Vía Apia. Desde ahí, hasta la meta en el arco de Constantino, los focos de los coches y las antorchas que portaban los soldados romanos, iban a iluminar el irregular suelo.


Se habían repartido entre el público unas octavillas con el nombre de cada atleta junto al número que llevaban en el dorsal. Se escuchaba a la gente animar a los corredores, pero a Miquel, con el dorsal 57, lo animaban diciéndole “¡¡Vamos torero!!”.

La camiseta de Miquel Navarro con la que corrió la Maratón de Roma 1960

Al encarar el último tramo, el revuelo era enorme. Parecía que Bikila no había pisado ninguna chapa de cerveza y, si ocurrió, siguió corriendo como si nada, hasta colgarse al cuello la medalla de oro. Se veía que había llegado bien preparado, pero nadie contaba con ello.


Miquel paró el crono en 2h 24’ 17”, en el puesto 17 y con una sensación agridulce. Estaba seguro de que, sin aquella carga de responsabilidad, podría haber llegado entre los diez primeros. Pero a pesar de haber corrido retenido, volvía a batir el récord de España de Maratón.


La gente se amontonaba a un lado, rodeando al ganador, pero ya no lo volvió a ver más. Aquello iba a ser, sin duda, recordado durante muchísimos años, y no se equivocó. Había participado de una carrera histórica. La que al final, iba a ser la última de su carrera.


(Continuará)…


Miquel Navarro y Jordi Vizcaíno

Jordi Vizcaíno

Hola soy Jordi, Educador Físico y Entrenador Personal. Me considero un apasionado del deporte y de la actividad física saludable. Estoy en constante búsqueda de lo que puede mejorar la salud de la gente que me rodea y desde mi Blog trato de explicar de forma didáctica todo aquello que me parece interesante. Gracias por la visita!!

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